Cachivaches
Una exaltación del konsumo de los productos de las industrias kulturales esas

domingo, 1 de mayo de 2016

Los años que escuchamos britpop

La noticia cae como un jarro de agua fría: el cantante Brian Johnson ha de abandonar la gira inmediatamente o arriesgarse a padecer una sordera total. No hablamos de la que sin duda es the loudest band in the world, ya saben a cuál me refiero, no: se trata de una simple banda de rockerillos, inofensiva y bonachona. Y llueve sobre mojado. Ya en 2014 un principio de demencia había obligado al legendario Malcolm Young a abandonar. ¿Cómo es posible?

Tal vez tenga algo que ver con la edad: el bueno de Brian nació en 1947. El padre de quien escribe estas líneas —y probablemente el de no pocos de los que las lean— es sólo dos años más viejo. Young en comparación es un jovencito: 2016-1953 arroja un total de 63 años, si hemos de creer a la wikipedia, que también nos informa de que AC/DC lleva en activo desde la crisis del petróleo —la primera—, o lo que es lo mismo, el tercer año de la era Unix. A los caciques españoles, no precisamente un prodigio de eficacia e imaginación, les llevó menos tiempo reinventarse como oligarcas.

¿Qué hacer cuando tu tiempo ha pasado? ¿Cuando ya está claro que no hay, no puede, no debe haber más recorrido? ¿Retirarte discretamente para conservar el remanente de dignidad que pueda quedarte en ese momento, tal vez?

¡No hombre, no! Pero, ¿a quién se le ocurre? ¡Si es que...! En estos casos lo lógico es buscar un nuevo e ilusionante cantante, o, en otras palabras: coger y llamar a Axl Rose. Un chavalín de sólo 54 tacos, que pese a todo lo que se ha metido y una obesidad sobrevenida no se sabe muy bien cómo, sigue ahí dándolo todo, todo.

Veamos lo que un tal Stephen Thomas Erlewine tiene que decir en su excelente reseña para AllMusic.com sobre Chinese Democracy, el último álbum de studio de Guns'n'Roses, una criatura parida por Axl en exclusiva:
To put Chinese Democracy in some perspective: it arrives 17 years after the twin Use Your Illusion, the last set of original music by Guns N' Roses. Consider that 17 years prior to the Illusions, it was 1974, back before the Ramones and Sex Pistols, back before Aerosmith had Rocks and Toys in the Attic, back before Queen had A Night at the Opera — back before almost anything that Axl Rose worships even existed. Generations have passed in these 17 years, but not for Axl.
Chinese Democracy fue publicado el 23 de noviembre de 2008. Más o menos un año después de que se pusiera en marcha lo que algunos se precipitaron en denominar la Gran Estafa pero que, desde la perspectiva de los ooootros ocho años transcurridos, empezamos a entender que no es sino el nuevo orden normal de las cosas. Parido para usted por y a mayor gloria y beneficio de esas élites que tanto le gustan. O no. Pero divago.

En otras palabras: los hechos son tan claros, su sentido tan unidireccional, la situación real tan evidente, que la única conclusión que puede sacarse casi da vergüenza tener que formularla. Pero allá va, por si alguno todavía no se ha enterado: los que crecimos, alucinamos, flipamos, nos socializamos y experimentamos el mundo con la música de aquellos grupazos nos hemos hecho viejos.

¿Cómo, qué? ¿Pero no habíamos quedado en que eran Brian, Malcolm y Axl los viejales? Hay algo deliciosamente numantino en el ser humano que le permite seguir sintiéndose un eterno adolescente mientras sus héroes rockeros envejecen y acaban sus días en un asilo cualquiera.

Sin embargo hay quién piensa que realmente existe una vía de escape. ¡Ja! A mí poco me afecta que Slash esté to cascao y desaparecido y ya nadie se preocupe de si se folló o no a la Marta Sánchez, porque yo ya al comienzo de los noventa empecé a ver el percal y me pasé al indie-pop.

Maniobra que, como es natural, habría contribuido a conferirle la juventud eterna a cualquiera que la hubiera ejecutado. Quien escribe estas líneas, por ejemplo. Pues no.

¡Ah, los 90! Si algo caracteriza a la generación de viejales inmediatamente anterior es su exaltación de la música de los 80 —macarrones con tomate, básicamente— y su censura de lo que vino después. No tuvieron necesidad o ganas de experimentarla o explorarla. Y en verdad los 90 produjeron cantidades ingentes de morralla, generalmente —aunque no solo— en el mainstream. Aun así: los 90 consiguieron romper con lo que parecía ser el intemporal molde de los 80. Adiós a los bajos redondeados (sintetizados), a los sintetizadores imitando guitarras, al piano eléctrico, a las melodías memorables, inmediatas, facilonas. Los 90 trajeron guitarras de verdad, gritos, disonancia, distorsión, matices. Un soplo de aire fresco, de renovación... por un tiempo. El fenómeno Nirvana fue flor de un día, creación y víctima de una industria discográfica que entonces nos parecía feroz y terrible y a la que hoy miramos como, bueno, en fin. Un producto hipercomercial como el britpop resultó tener una fecha de caducidad más bien temprana. Transcurrida una intensa y breve etapa de entusiasmo inicial vino lo que cabía esperar: un larguísimo período de estancamiento que derivaría, inevitablemente, en decadencia.

Para que se hagan una idea del nivelón: a nada menos que marzo de 2016, en la veterana Rockdelux todavía estaban discutiendo si mola más el Bossanova o el Doolitle. Como lo oyen. 25 años después todavía siguen a vueltas con los Pixies. No tengo claro si también con Throwing Muses y compañía porque ya no tengo paciencia para leer estas cosas.

Los tropecientos años desde la caida del muro no sólo han pasado para los rockeros de toda la vida, también para los sofisticadíisimos independientes. Vean esta viñeta del número de abril de la RDL:


[Sí, efectivamente. La polémica desatada por Víctor Lenore todavía colea. Nunca tan pocas obviedades habían hecho tanta pupa.] Personalmente, lo de mal pelo ma matao. Los indies se han vuelto viejos, pero siguen tan gilipollas como en sus años mozos. O éso parece. En cualquier caso, lo fundamental es éso: VIEJOS.

Buah éso es porque no supieron pasarse a la música electrónica a tiempo, como hicimos mis colegas y yo. JA. ¿De cuáles hablamos? ¿De los nostálgicos de la Ruta del Bakalao? Pues entre los que la vivieron hubo quien, por increíble que pueda parecer, experimentó como máxima expresión de la libertad lo que musicalmente eran poco más que pasodobles con caja de ritmos acompañados de una estética paramilitar y españolismo a paletadas. Barcelona en cambio sucumbía a la tentación nacional-socialista. Como lo oyen. Los que sólo la experimentamos a través del mítico documental de Canal Plus todavía seguimos buscando a Emilio, cara amable del bakalao. A saber si sigue vivo o cuántos nietos tendrá.

Mas seguramente no estamos hablando de algo tan vulgar y grosero como el bakalao, sino la música electrónica de verdad, de la buena, de la intelligent dance music, ¿verdad?


Sí señores: este cartel del Sónar 2016 en la trasera de un camión hecho polvo de la Duff de turno lo dice todo. Figuras de rabiosa actualidad como ¡Fatboy Slim! ¡Laurent Garnier! ¡Richie Hawtin! Y lo que es más increíble ¡New Order!

Pero... pero... si esos son los nombres que sonaban a mediados de los 90, cuando yo empecé a interesarme por morralla de ésta. Efectivamente. Empieza usted a tener una edad provecta.

La viñeta de Juanjo Sáez la he fusilado del número de abril de Rockdelux; si me dicen algo la quitaré, como es lógico. Tampoco he pedido permiso para reproducir el extracto de la reseña de Chinese Democracy. La foto del camión de Estrella Damm en cambio es mía, la he tirado aquí al ladico de casa.

sábado, 12 de marzo de 2016

Violistas que lo petan

1988: sólo falta un año para que se vaya al cuerno el insano sistema que rige una mitad del mundo, único obstáculo que impide que el sistema de la otra mitad, que compite en demencia con el primero pero tiene mucho más salero, pueda ponerse manos a la obra con la noble tarea de cargarse todas las sociedades humanas y todos los ecosistemas.

Para entretener la espera, dar rienda suelta a su rabia contra el sistema y demostrar que  —al menos en estudio— pueden tocar a toda pastilla, Metallica publica ...and Justice for All; canciones interminables, machaconas, repetitivas hasta la saciedad... la gente lo flipa. El delirio. Es tal su éxito que logra eclipsar completamente otro bombazo de ese mismo año: la grabación completa de las sonatas para viola de Hindemith, sola y acompañada, con Kim Kashkashian a la viola y Robert Levin al piano.

Y es una lástima, porque no pocos de los sudorosos que agitaban sus melenas arriba y abajo al ritmo del tunda-chunda se habrían cuestionado sus preferencias de haber tenido la oportunidad de escuchar el tercer movimiento de la sonata para sólo viola op.25 #1 (1922). Rasendes Zeitmaß. Wild. Tonschönheit ist Nebensache. Kim Kashkashian cumple las instrucciones a rajatabla, sin dar la impresión de descuidar la Tonschönheit. El resto del disco no es menos impresionante, pero ese minuto y medio basta para romper muchos esquemas.

La importancia de esta grabación no puede ser sobrestimada. Porque hoy en día, quien no tiene las sonatas completas para viola de Hindemith en casa es porque no quiere; en aquellos tiempos, en cambio, la cosa no estaba fácil. Nobuko Imai las grabaría para BIS en el 92, y Paul Cortese para ASV en el 96. En 2008 Laurence Power haría lo propio en Hyperion; en la segunda década del siglo XXI la cosa, como los tiempos, se descontrola: Tabea Zimmermann las graba para Myrios en 2014, mismo año en el que salen las selecciones de Jitka Hosprová para Supraphon y Antoine Tamestit para Naïve. Incluso Brilliant se anima a sacar su propia versión al merkado. Es la sobrecapacidad de la industria de la música clásica de la que nos habla Mr. Pillable, reflejo de la que lastra todas las demás industrias kulturales y, de hecho, todas las industrias, en general, en todo el planeta.

Este disco es también testimonio de unos tiempos primitivos, imperfectos, sin HFT. ECM New Series sólo llevaba 4 años en marcha y faltaba mucho para que fuera engullida por Universal; de hecho ni tan siquiera había acabado de consolidar la estilizada imagen por la que la conocemos hoy en día. Los dos cedeses vienen presentados en una monstruosa jewel case doble, un auténtico armatoste que tardaría en caer en desuso. Kim Kashkashian era una jovencita de sólo 36 años y no había ninguna cuasitocaya famosa con la que confundirla.

Mientras esperáis a que se vaya todo al carajo, el Tío Penxo os anima a escuchar este prodigio; total, pa lo que hay que hacer. También podéis leer las extensas liner notes, si las tenéis a mano —lejos de exhibir las clásicas acrobacias argumentales de Hans-Klaus Jungheinrich o Herbert Glossner, que tanto parecen desconcertar a algunos críticos, contienen detallados análisis de cada pieza— o, alternativamente, una reseña en condiciones aquí.

Paul Hindemith | Sonatas for Viola/Piano and Viola Alone | Kim Kaskashian | Robert Levin | © ℗ 1988 ECM Records

domingo, 6 de marzo de 2016

La pell de la frontera

Algezares, once y media de la noche del viernes 27 de marzo de 2009. El tío Penxo alarga una caña en el Majo —hoy cerrado, probablemente víctima de la terrible crise—, a la espera de tirar para Abraxas, por aquel entonces estrella indiscutible de la nuit panoche. Tiempos de optimismo e inocencia, ajenos al ocio nocturno low cost de botellín de agua all the night long, que se instalaría poco después para aparentemente no marchar nunca más.

Cerca tiene dos viejos que le dan al palique. Uno de ellos fuma un puro. La cosa va de política.

«Sí, bien, pero desde luego que el más grande era el Caudillo; ¿quién más hizo casas para los pobres y para los colonos, eh, eh?»

«Y es que los que lo critican no son más que unos gandules. Unos gandules y unos hijos de puta».

En una película de Costa-Gavras aquellos ciudadanos apurarían el vinacho y marcharían a reventar alguna manifestación paficista. En lugar de éso quedan allí, tal vez perdidos en sus ensoñaciones blanquinegras. Quien sí ha de plegar es el tío Penxo, que no puede evitar preguntarse: ¿colonos? Lo más parecido a una colonia que ha visto en la zona es un bloque de San Pío X con la inscripción Colonia Esteban sobre el caravista. Algo de eso será, se dice.

La solución al enigma la encontrará siete años después en un libro de un tal Francesc Serés. No es que estuviera particularmente escondido. A diferencia de otros elementos del pasado igual—conveniente, reconfortante—mente olvidados, bastaba con saber exactamente qué buscar.

Y el término de búsqueda era pueblo de colonización:
Els pobles de colonització es van construir durant les dècades dels cinquanta, els seixanta i els setanta i van servir per ocupar espais que havien quedat deserts però que podien repoblar-se gràcies als pantans que es construïen als Pirineus i les canalitzacions que feien baixar l'aigua fins a la plana1.
Serés nos transporta a los forgotten realms del bajo Cinca, del Segrià y de los Monegros, ese mundo extraño, interminable y más o menos hostil que vemos por la ventanilla del autobús al recorrer la A2, y del que nos recuperamos con un bocata tortilla en el zafio y reconfortante área de servicio de Alfajarín.
He mirat de recórrer tots els pobles que he pogut, que és como recórrer sempre el mateix poble, el mateix carrer. Sembla que la història acabi manant el present i no deixi que vagi més enllà. Les ironies de la història acaben convertint la política hidràulica del franquisme en la intèrpret privilegiada de les tesis de Joaquín Costa, però aquí el que és realmente important no és Joaquín Costa, ni tan sols el franquisme i la seva política hidràulica, ni els pobles de colonització. Aquí el que és important és que un immigrant moldau va portar un refrany que diu que mentra gira, el món s'acarona i s'esgarrapa la pell. Els censos dels pobles dels Monegres indiquen que malgrat la repoblació franquista i malgrat l'arribada del reg que prometia Costa, cada any perden població i la que queda, és clar, envelleix. Les garanties de supervivència dels avis estan garantides amb la xarxa de la Seguretat Social. Les possibilitats de pervivència dels joves aquí són escassíssimes2.
La narrativa de los viejales del Majo suena como si los dichosos colonos hubieran ido por su propio pie a colonizar no se sabe muy bien qué y, en justa correspondencia, el Caudillo les hubiera construido casas. Casi se imagina a uno al campechano general pico y pala en mano, la frente perlada de sudor, etc. Pero no. La repoblación de los Monegros y de tantos otros lugares fue un proceso dirigido desde arriba y financiado con —¡oh no, horror!— dinero de los contribuyentes. Una migración planificada.

Caducado el compromiso de permanencia y trabajo que le permitía a uno hacerse con una casa en un pueblo apellidado del Caudillo en mitad del secarral, otras migraciones habían de venir. Hacia dentro, hacia fuera, con distintos grados de planificación.
Crisi vol dir 'migració', vol dir que arriba un punt que els pobles es tornen irrecuperables, que la desertització no és tan sols un fenomen geològic. Durant el franquisme es van construir tot de pobles de colonització per tal de repoblar aquesta zona. N'hi ha molts prop d'aquí, i també alguns entre Alcarràs i Saidí, com Vencilló o Sucs. Aquí, des de San Juan de Flumen a Montesusín, cada poble d'aquests és un concentrat d'històries més o menys repetides, gent a qui van portar d'un lloc a un altre, dels pobles i ciutats de la Manxa i d'Andalusia fins a un lloc tan desèrtic com el que deixaven però on, si més no, hi havia aigua. Els indicadors de la carretera desvien camins que van cap a pobles que tenen campanars de ciment armat i escales d'obra vista, l'espiritualitat franquista dels seixanta3.
Los antiguos colonos mueren; sus hijos se van. Pero otros llegan. Al principio como un flujo creciente, más tarde en oleadas que suponen hasta un cuarto de la población del pueblo. En un fin de semana. ¿Y la planificación? Bueno...
Les delegacions del govern d'Andalusia, Múrcia i de molts altres llocs han contractat autobusos per enviar els immigrants cap a Catalunya i cap a Madrid, però a Madrid no hi ha fruita, ho sap tothom, això. Quan arriben a Catalunya, és clar, no van a parar a Berga o a Pedralbes. Després de convèncer-se que a Barcelona no hi ha res a fer, arriben a Alcarràs. És d'aquelles coses que es diuen amb la boca petita i que finalment sap tothom perquè fins i tot els immigrants t'ho diuen: «Vaig arribar a les Canàries. De les Canàries em van portar a Almeria, d'Almeria a Barcelona i de Barcelona a Alcarràs. Tot pagat, però a Alcarràs ja no et paguen el bitllet per anar enlloc més»4.
La Franja y los pueblos de colonización de los Monegros devienen desagües para las corrientes migratorias de un mundo que pone más trabas a las personas que a las mercancías. A los Soros del mundo, si se enteran, no les importa un pimiento, ocupados como están en acapararlo todo y urdir falacias pseudofilosóficas con las que darse pote. Las administraciones al servicio del capital global querrían hacer la vista gorda, pero llega un momento en que no se puede. Hay que buscar una alfombra bajo la que esconder las barreduras, rápido.
I tant que vénen a parar aquí, és l'únic lloc on ningú no els empipa. A Barcelona fan nosa, embruten, fan lleig. Els va passar fa dos anys, durant el juliol i l'agost de 2001 al Black Corner de la plaça de Catalunya, la cantonada més propera al Portal de l'Àngel. A Alcarrás la seva presència s'ha acabat percebent com una cosa normal. És normal arribar al camí del riu, endinsar-se pels camps de fruita i trobar campaments amb tot de cabanes fetes amb veles i sacs d'adob, plàstics i fustes de palets... Sembla que aquí tot això tingui sentit, però a Barcelona tot es descontextualitza, el contrast entre el terra cobert de cartrons i les façanes dels bancs, cafès i centres comercials de la plaça de Catalunya era massa fort5.

[...] I el problema es va fer més gran quan van començar a arribar més i més immigrants a finals de juny i les maletes s'acumulaven i, de nit, l'estesa de cartrons i d'homes omplia tota la cantonada. La pudor de merda i de pixats, a mitjan juliol, era insuportable. Els turistes passaven i es demanaven què era tot allò, es miraven estranyats, es tapavan el nas. Al mateix temps, començaven a sortir queixes des de l'Ajuntament, era evident que el govern espanyol centrifugava els immigrants i els enviaba a las comunitats autònomes. Era una manera de dir que els enviaba a Catalunya i a València. Al País Basc no els n'hi enviaven, és clar. A Zamora em consta que tampoc.

Aquesta era una de les causes, però la conseqüència era que les jardineres d'aquella cantonada de la plaça vessaven merda i pixats. Els dies més calurosos la ferum omplia mitja plaça i això, és clar, era inadmissible. Els mitjans se'n van fer ressò, però el silenci de la intel·lectualitat va ser clamoròs. De sobte, es trobaven amb la situació que patien els pobles del Segrià des de feia quinze anys. Una cosa era teoritzar al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona sobre l'alteridat, la interculturalitat, Europa i les classes socials i una altra de molt diferent era trobar-s'ho a la plaça de Catalunya. Era agost i tothom estava de vacances. A l'Ajuntament de Barcelona, també. Van tenir la gran idea de fer-los moure d'un lloc a un altre. Com que no els podien fer fora, els convertien en nòmades dins de la ciutat6.
Serés ofrece un servicio público al rememorar tales acontecimientos para aquellos que, por un azar de la vida, se encontraban en Barcelona aquel año legendario —el año que lo cambiaría todo, el año del pistoletazo de salida a una nueva hornada de invasiones bárbaras, esta vez con tanques y bombas inteligentes (es un decir) en lugar de caballos y flechas—, pero que, oh frágil memoria, no lo recuerdan demasiado bien. Salvo por las cartas al director, artículos y columnas de la Vanguardia, entre las que me parece estar viendo a una de Quim Monzó elogiando el cálido clima de Barcelona «que hasta permite dormir al aire libre en los jardines de la Plaça Catalunya». Recuerdo éste que invalidaría, al menos parcialmente, la afirmación de Serés sobre la indiferencia de los intelectuales, y de qué manera. ¡Inma Mayol, yo te invoco!


Serés camina entre bancales, sembrados de plásticos, colchones y subsaharianos que han desafiado mil peligros para acabar en el fin del mundo. Visita cobertizos okupados por argelinos y marroquíes, pregunta lo que puede, cuando puede —la desconfianza es, lógicamente, la norma— y dibuja unas administraciones desbordadas, que no tienen medios para nada ni entienden nada. O al menos no más que el resto. El mundo se ha vuelto loco y se va al carajo, s'acarona i s'esgarrapa.

Y como siempre que el sector público se retira, entra en juego el sector privado. Allí, en pleno centro de Alcarràs, está el bar Casanova, escenario de Cada ocell és una illa y lugar de intercambio: de información, de favores, de cafeses.
L'Anna fa molt de temps que hi és. Va venir amb el seu marit, que mira el bar des de la paret, somriu i ens mira als ulls des de la fotografia que hi ha penjada a la paret. Es va matar fa quatre anys en un accident. Me'n recordo, no puc evitar imaginar-lo rere la barra. Aquesta gent són una institució, formen part del que ha estat, no es pot trobar cap altra definició, la primera línia de foc, els que han anat entomant tot el canvi, botigueres que han fiat, gent ha guardat passaports i diners, que ha recollit roba i que ha evitat, any rere any, que cremés tot el sotabosc que las diferents administracions han anat negligint... Fa petar de riure quan et parlen de la societat civil. La societat civil passa pel bar Casanova i pel camí del riu d'Alcarràs i ve desde Calaf, desde Castellfollit de Riubregós i s'acaba resumint en un bar que és tota la seva vida7.
¿Y por qué vivíamos ajenos a todo ésto? ¿Por la distancia, por la desidia nada casual de unos medios cómplices, por inhumanidad? Tal vez por todo ello y tal vez porque estábamos más pendientes de un milagro que se desarrollaba delante de nuestros propios ojos, para nuestro gozo y asombro: la burbuja del crédito y la konxtruxión. También a este prodigio, parte integral de la banda sonora de nuestras vidas, dedica Serés no pocas páginas. ¿Quién más se ha dedicado a patear secarrales a la búsqueda de labriegos compuestos y sin Scala? ¿Quién más nos ha pintado a los ecuatorianos llegados al bajo Cinca, partícipes de pleno derecho del boom ladrillero, como paletas primero y como propietarios y deshauciados después? ¿Eh, eh?

Y todo ello con mucha melancolía, pero sin pizca de mala uva, ni tan siquiera contra el baboso del Jordi, el típico colega listillo que ha asumido sin rechistar el discurso del Poder, en este caso el de Monsanto & cía. Por todo ello el tío Penxo recomienda encarecidamente la lectura de La piel de la frontera. ¡Además trae fotos!
1 Francesc Serés, "La pell de la frontera" pg.199, Quaderns Crema 2014
2 Ibíd. 202
3 Ibíd. 199
4, 5 Ibíd. 65
6 Ibíd. 68
7 Ibíd. 110

Texto reproducido sin permiso, ni del autor ni del editor. Espero que no les moleste, si fuera así supongo que ya me dirán algo.
Las fotografías se refieren al mismo libro, también reproducidas sin permiso.
La imagen del bar Casanova la he obtenido por Google Maps Street View; reproducida sin permiso.

Hay versión en español: La piel de la frontera, traducción de Nicole d'Amonville Alegría, Acantilado 2015.